FELIZ NAVIDAD
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viernes, 24 de diciembre de 2010
lunes, 13 de diciembre de 2010
MENTE, CUERPO Y ALMA
No intento buscar culpables de esta guerra que guardo en mi interior porque encontraría un cuarto lleno de espejos que me reflejarían a mí mismo desde cada ángulo que el ojo humano encontrase posible. Esta lucha interna me ha dejado desarmado y vulnerable. Siento cada parte de mí enojada, triste, y mi mente no alcanza a recordar cuándo se desencadenó esta serie de eventos desafortunados que me han llevado a pisar profundidades desconocidas.
Una lágrima es parte de un desahogo involuntario del cuerpo, pero mi cuerpo no está preparado para ello, en su lugar, mi alma es la que llora inconsolable y no sabe cuáles son los caminos para exteriorizar su sufrimiento, y se va debilitando poco a poco al igual que mi cuerpo.
Hoy estoy aquí, despojado de todo, desnudo en la nieve, buscando una solución a este conflicto porque no sé cuanto tiempo más pueda soportar vivir de esta manera.
No pido ayuda porque necesito abrir los ojos por mí mismo y ya ha sido suficiente la ayuda que he recibido de personas que no me deben nada. No es orgullo, es necesidad de aprender, es saber bajar la cabeza y retirarme de este espacio que no me corresponde, que desde hace mucho dejó de ser mío.
Hoy hablo con el alma ahogada por su propio llanto, que me pide auxilio, que siente miedo y que no sabe qué hacer ni cómo actuar para evitar darse por vencida. Hoy acepto que perdí y mi cuerpo insiste en dejar drenar ese mar que inunda mi interior. Y un dedo se humedece evitando que esa única lágrima que ha podido escaparse caiga sobre el papel en el que mi mano derecha escribe sin descanso. Quiero detenerme aunque sea un segundo pero mi mente tiene muchos pensamientos, muchas interrogantes y muchos conflictos, y me impide hacer una pausa.
Necesito encontrar cuanto antes ese equilibrio de mente, cuerpo y alma, al que me había acostumbrado desde hace algunos años y que en tan solo una semana he dejado que se derrumbe cuando decidí declararme la guerra a mí mismo.
No quiero aludir a nadie. Esta es una confrontación de mi mente con mi cuerpo y de mi cuerpo con mi alma, en la que los tres buscan una salida desesperada sin importar las consecuencias.
Hoy sólo pienso en mí, y no temo aflorar mi lado egoísta porque es un acto necesario. Hoy expreso lo que siento, sin ánimos de entender a los demás, no porque no me importe sino porque forzosamente he tenido que aprender que necesito pensar primero en mí.
No sé cómo veré todo esto mañana, por ahora sólo prefiero retirarme para buscar mi propio equilibrio. Hoy prefiero decir un "hasta pronto" o un "adiós" y refugiarme en el silencio.
sábado, 11 de diciembre de 2010
INOCENCIA
Momentos en que la luna llora fuera de una esfera llena de música para la ascensión en un mágico cielo que nos arropa, observándonos ante nuestra última compasión.
Bajo el cielo de la inocencia todos sabemos que moriremos en una suave lluvia negra y seremos vistos por ángeles desde el borde de una cicatriz en el cielo y nos salvarán en el más puro amor a su Padre. Verán este río de hombres, dirigido por crueles gobernantes de miseria, pidiendo el perdón.
Y entraremos por la puerta a una sala silenciosa y oscura a practicar la inocencia que se nos fue robada antes de nuestro nacimiento y seremos perdonados.
Desde el cielo de la inocencia hemos sido batidos por la seducción, hemos sido persuadidos por luces que no tienen color. Le hemos abierto los brazos a lo distorsionado y hemos cerrado nuestros ojos porque lo creado es oscuro.
Somos un mundo hecho en la noche, con luces muertas en las que las injusticias no se ven. Y la compasión duerme, cierra sus ojos a un mundo que se va enfermando día tras día.
Somos violentos y sin identidad.
La luna llora y se hace cada vez más pequeña y se pierde la luz.
Bajo el cielo de la inocencia se va perdiendo la misión y las almas de todos se vuelven surrealistas, vacías, inexpresivas.
Se ha perdido la búsqueda de la espiritualidad, se ha perdido la inocencia y ha traído consecuencias en los cuerpos de los hombres que mueren y se queman cuales trozos de madera.
Bajo el cielo de la inocencia, sabemos que estamos muriendo, así como mueren las religiones, como mueren los sueños, como muere la inocencia.
Y el tiempo pasa, corre y arrastra lo turbio de los seres humanos. El tiempo cambia de estación, una estación oscura y sólo las almas puras resucitarán y tendrán la gracia.
A través de una pequeña ventana se logra observar una luz limpia, donde no existe el sadismo de este mundo atormentado, pero hay que cruzar un océano inmenso en un bote pequeño.
Fin del coraje.
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