Siempre traté de ser esa persona que fuera indispensable en la vida de alguien, y creía que era natural que hubiera una absoluta dependencia entre ambos. No me daba cuenta del tiempo que estaba perdiendo intentando tener una relación perfecta a través de utopías.
Más fueron las situaciones imaginarias que la misma realidad lo que me hacía continuar, ofreciéndoles más de lo que mi corazón dictaba. Siempre estaba dispuesto a entregarlo todo a cambio de nada. Y aún así fui sentenciado la mayoría de las veces. Sentencias que nunca terminé de comprender.
Mientras más daba, más me exigían.
Nunca me detuve el tiempo suficiente para pensar acerca de qué era lo que realmente quería para mí, más allá de la búsqueda de sentirme amado por alguien más. Muchas veces fui egoísta conmigo mismo.
Y así fue como poco a poco me convertí en acumulador de sombras, manteniéndolas como una carga durante todos estos años. Una a una fui sosteniéndolas y me han estado acompañando en cada paso que he dado, nublando mi vista ante los pequeños detalles que realmente han merecido la pena.
Siempre quise ser ese hombre que dejara una huella imborrable en esas personas que hoy forman parte de mi pasado. Ese afán innecesario de volverme inolvidable, quizás para no sentir que lo había perdido todo. Lo cierto es que la historia nunca deja de escribirse pero sí cambia de capítulos.
Nunca fue suficiente para mí lo que recibía pero aún así prefería mantenerme en silencio tratando de buscar la manera de que todo funcionara y que ambos ganáramos.
Nunca fui lo suficientemente valiente para tomar el control de ese vehículo que nos dirigía directo al abismo. Simplemente caíamos pero yo permanecía petrificado esperando el golpe final.
Y cada golpe, cada final era una sombra nueva que iba acumulando, haciendo que la carga cada vez fuera más pesada al punto de no dejarme avanzar.
Han sido varios los intentos que he hecho de dar en el blanco, pero es hasta hoy que me doy cuenta que el blanco no estaba en ninguna de esas sombras, ni en nadie más que en mí mismo. Esa sensación de no saber a dónde apuntar me mantuvo abrumado llevándome al abismo una vez tras otra.
Hoy me detuve finalmente, y me di cuenta de lo que realmente hay frente al espejo y de todo lo mucho que tengo por ofrecer, no sin antes alimentarme a mí mismo.
Hoy me libero por completo de esas sombras que ya no tienen ningún sentido en mi vida.
Hoy me despido de esas sombras que me han acompañado durante todos estos años sin que me aportaran nada más.
Hoy esas sombras quedaron atrás.
Hoy simplemente comienzo a caminar nuevamente liberado de esa carga
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Descubrir entre párrafos una verdadera sincronía con mi forma de pensar menhace sentir que alguien escribe lo que mi mente y vivencia refleja. Gracias
ResponderEliminarQue identificada me siento con tus palabras muy adecuadas para mi en este momento gracias por compartir...
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