Un
día como hoy no es muy distinto a los 364 días restantes. El
agradecimiento y el amor de vuelta por todo lo que generosamente me
has dado desde el día en que simplemente era una pequeña semilla en
tu vientre no se puede ofrecer una vez al año. Se necesita de toda
una vida, o hasta más para devolver un ápice de lo que hasta ahora
me has dado.
Tu
amor es inigualable. Nadie en el mundo podría hacerme sentir tan
importante como lo haces tú día tras días, con una sonrisa
imborrable en tu rostro, con los ojos llenos de luz y vida y con el
alma infinitamente llena de orgullo.
Soy
un ser normal, lleno de virtudes y defectos. A veces amable, a veces
arisco pero para ti soy el centro de tu universo.
Eres
un ser normal, llena de virtudes y defectos. A veces dinámica, a
veces cansada pero para mí eres sencillamente perfecta.
No
me alcanzará la vida para agradecerte todo lo que me has dado, tan
generosamente, tan incondicionalmente, aceptando mis errores y
enorgulleciéndote por mis logros y virtudes.
Tú,
mi mayor apoyo, mi muleta, mi consuelo, mi confidente, mi ejemplo, mi
mejor amiga, a ti te debo hasta la vida.
Y
estoy en deuda con Dios por haber decidido que naciera de tus
entrañas.
Gracias
y mil veces gracias madre santa por todo lo que me has dado.
Gracias
y mil veces gracias simplemente por ser mi madre, la mejor madre.